Agro Champ aprovecha el calor y el tamo arroz de los cultivos espinalunos para hacer compost y cultivar champiñones.
En Espinal, desde hace más de un año, convirtieron el problema de desechar el tamo de arroz en una oportunidad de negocio, y ahora, en vez de quemarlo y destruir el Medioambiente, lo procesan para elaborar compostaje para cultivar champiñón en la plana AgroChamp.
El compost es un abono para las plantas, en especial para el cultivo de los hongos; el proceso de compostaje se realiza en dos fases y en clima cálido. Por otro lado, para la incubación de los hongos, es mejor la zona fría.
El ingeniero Agrónomo Julio César Ardila lleva año y medio en Espinal para conocer la manera en que se procesa este compost, cuya materia prima es el tamo de arroz que se cultiva en la ‘Capital de la Tambora’.
Según el Ingeniero bogotano, la idea es aprovechar la temperatura que cuenta Espinal, pues al estar a 300 metros sobre el nivel del mar, el tamo, durante su descomposición al calor, crea bacterias nutritivas para el hongo.
Asegura, que si bien la recolección puede ser costosa, las ganancias son buenas, pues de una hectárea se puede recoger 4.5 toneladas de tamo, de las cuales salen 800 bolsas de 10 kilos cada una, de cama para champiñón. El mercado de setas es productivo.
Y por supuesto, conservar la naturaleza, pues estas quemas prohibidas generan gases de invernadero. Del tamo también se benefician otras industrias como las de pellet para la alimentación de ganado y equinos.
Desde la Alcaldía, esta iniciativa convierte el problema de las quemas en una oportunidad de negocios, así lo afirma el director de Asistencia Técnica Agropecuaria, Luis Armando Pava. “Ya vimos el tema de convertir la cama de champiñones, es un proceso interesante, y queremos impulsar este tipo de proyectos”.
La libra de champiñón se vende a $5.500 en promedio en el mercado, con una inversión y producción no tan compleja que convierte a este producto en una buena inversión. Además, aprovechar los desechos orgánicos de lo cultivos de la región es una forma de aportar a la conservación del medioambiente.
Fase Uno
El tamo es apilado sobre estibas para que se oxigene y genere temperaturas de mínimo 70 grados, lo ideal es que esté a unos 85 °C. De esa fase se tienen que generar actinomisetos, que son microorganismos que realizan numerosas reacciones bioquímicas.
El pasto se mezcla con pollinaza, torta de soya, yeso agrícola y durante dos semanas se tiene que estar volteando; por lo menos cuatro volteos en esos 15 días.
“Un buen cordón de compost se queda sin oxígeno en un periodo de tiempo entre 48 – 96 horas y entra en un proceso anaeróbico. Para evitar que esto suceda, el cordón debe deshacerse y rehacerse nuevamente, mediante el volteo y evitar así la descomposición irregular”.
“El pasto se arma sobre estibas y de manera vertical, para que quede flotando, y él mismo absorbe oxígeno y crea un fenómeno conocido como chimenea; con el calor, y a medida que se descompone, se obtienen las bacterias benéficas como actinomisetos y bacterias termófilas”, explicó Julio Ardila.
Fase dos
Se trata de un condicionamiento que se le hace al compost y, que según el Ingeniero de AgroChamp, falla la mayoría de productores, pues se debe de utilizar muy bien el ‘Túnel de Pasteurización’, para crear bacterias aeróbicas que alimenten el compostaje.
“Acá, se pasa a una fermentación controlada. El tamo va sobre estibas, que deben de tener un espacio entre las tablas para que circule el aire que se va a inyectar con turbinas.
“Este horno se tapa, y al quedar encerrado, se tiene un control del aire que circula por todo el cuarto, con el fin de que forme bacterias aeróbicas”, describió Ardila.
Cuando se terminan estas dos fases, las cuales duran un aproximado de un mes, se embolsan para enviar a los sitios donde se incubarán los champiñones, que debe de ser en la altura, ya que la semilla no resiste temperaturas sobre los 30 y 35 grados.
El compost de AgroChamp va para Tunja, Madrid (Cundinamarca), Villa de Leyva, La Calera y Pasto.
Así nace el champiñón
A la bolsa se le aplican las esporas, las cuales empiezan a probar el compostaje, cuando la acepta, se torna blanco y allí hay que aplicar una capa de tierra para estimular al hongo y empiece a brotar el champiñón.
“El hongo cree que está bajo el suelo de un bosque y emerge. Luego abren los champiñones”, agrega Julio Ardila.
De una bolsa de 10 kilos se puede cosechar tres kilos de champiñones.
Publicado originalmente: El Nuevo Día.
