Los campesinos de Cajamarca que hackearon el sistema alimenticio en medio de la pandemia

La mala alimentación nos hace más vulnerables a las enfermedades, especialmente al Covid-19, en Cajamarca surgió una alternativa a este problema. Sin proponérselo, varias familias de la zona rural y el casco urbano empezaron a trabajar en el mismo proyecto: cultivar huertas y de a poco alimentarse solo con la comida que producen.

Los campesinos, de forma individual y colectiva, han optado por proteger su derecho a la alimentación en medio de una pandemia que alteró los modos de producción y de consumo en todo el mundo. Con sus huertas están reclamando el derecho a usar la tierra para cultivar su propia comida. Y asimismo, están rompiendo una cadena que, además de enfermarlos, los empobrece: sembrar alimentos para otros, venderlos y, con ese dinero, comprar productos que no los alimentan.

Este trabajo periodístico es un podcast construido de manera colectiva que contó con la participación activa de las mujeres del colectivo La Colmena de Cajamarca, ganadoras de la Beca de Periodismo de Soluciones de la FLIP.
Fue publicado originalmente en Pacifista.
Cada capítulo aporta una mirada distinta a un tema que tiene mucho que ver con la pandemia que estamos viviendo: el sistema de producción de comida y los derechos de los consumidores, sean campesinos o no. Sabemos que estos audios no son suficientes para agotar este tema, pero con ellos —al menos— se intenta despertar una reflexión.

1ª parte | El poder del cilantro

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Isabel y María Mora sembraron una huerta comunitaria en un lote baldío cerca a su casa en Cajamarca. Las Mora, acompañadas de otras mujeres del barrio, cuentan que desde hace varios años los vecinos consiguen frutas y verduras frescas en esta huerta. Comen más rico y mejor. 

Sin embargo, desde el inicio del aislamiento preventivo decretado por el Gobierno nacional, la dinámica en la huerta cambió. Ahora los vecinos deben tomar turnos para visitar el cultivo. Las reuniones, que eran parte de la cotidianidad del barrio, se suspendieron. El coronavirus dejó al descubierto que la huerta les da mucho más que zanahorias, pimentones y cilantro.

2ª parte | El gran problema

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Los Estados están obligados a proteger, respetar y garantizar el derecho a la alimentación de las personas, según el Sistema Universal de Derechos Humanos. Desde el 28 de marzo, cuando el Gobierno nacional decretó el inicio del aislamiento preventivo obligatorio en todo el país por la llegada del coronavirus, el presidente Duque y el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural han anunciado varias medidas para “garantizar la producción y el abastecimiento de alimentos en todo el territorio nacional”.

Sin embargo, estas ayudas en realidad benefician a grandes terratenientes y productores que hacen parte de la agroindustria. Como siempre, los agricultores y campesinos han quedado a su propia suerte. Esto, a pesar de que más del 70 por ciento de los alimentos del país son producidos por la agricultura familiar campesina. 

En esta parte, dos expertas nos cuentan (con evidencia en mano) que la pobreza, el hambre y la malnutrición que históricamente han vivido los habitantes de las zonas rurales están empeorando. 

3ª parte | Una lucha contra el sistema

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Esperanza Cerón dirige la ONG Educar Consumidores y se ha dedicado durante años a defender los derechos de los ciudadanos a una alimentación sana y de calidad. La lucha frontal que ha emprendido desde su organización contra la industria de las bebidas azucaradas, una de las más poderosas de Colombia, le ha valido amenazas de muerte. Para Cerón, empezar a cultivar alimentos para el consumo familiar no solo es una gran alternativa para mejorar nuestra salud sin gastar más plata, sino que es un ejercicio de soberanía alimentaria y de construcción de identidad nacional. 

4ª parte | Las pequeñas revoluciones

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Cielo Báez nació hace 46 años en la vereda El Ródano del corregimiento Anaime en Cajamarca. Fue la séptima de nueve hermanos de una familia campesina en la que solo las mujeres quisieron terminar el bachillerato. Se inscribió en la universidad para entender por qué los campesinos perdían tanta plata; fundó una asociación de agricultores agroecológicos para hacerle la guerra a los pesticidas en su pueblo; participó de la primera protesta organizada contra el megaproyecto minero La Colosa. Cielo se ha pasado su vida defendiendo su tierra, literalmente. 

Cielo es parte del colectivo La Colmena de Cajamarca y es la voz que entrevista a todos los protagonistas de este trabajo. Su historia de vida es indispensable para entender el trasfondo de este podcast. Para entender por qué al limpiar la tierra, abonarla con desechos orgánicos, rechazar la industria de alimentos ultraprocesados y cultivar su propia comida, cada familia está rescatando el derecho a trabajar con la tierra. Y, de paso, a permanecer vivos.

Pueden escuchar la historia completa acá:

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Artículo publicado originalmente en Pacifista.

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